
Trípoli es víctima desde hace más de dos meses de duros enfrentamientos entre los habitantes de los barrios Bab Tebane, de mayoría suní, y Yabal Mohsen, de mayoría alauí, una secta religiosa escindida del chiísmo y cercana al grupo opositor chií Hezbolá. Los enfrentamientos se han cobrado decenas de víctimas y el ejército ha tenido que intervenir en varias ocasiones para apaciguar la violencia sectaria. Además, el año pasado, el ejército libanés tuvo que actuar contra un grupo islamista suní, Fatah Al Islam, en el campo de refugiados de Nahar al Bared. Hubo decenas de muertos.
El atentado coincide con la primera visita de un presidente libanés a Siria desde la retirada de los sirios de Líbano en 2005, que puso fin a 30 años de ocupación. El presidente Suleiman, antiguo jefe del ejército, se entrevistará hoy con el presidente sirio, Bachar Al Asad, en Damasco. Suleiman ha condenado el "crimen terrorista que ha tenido lugar en Trípoli", según un comunicado de la presidencia que también recoge "el profundo dolor y las condolencias" del presidente por los fallecidos. Suleiman hace además un llamamiento "a la reconciliación y la unificación y a hacer frente a un terrorismo que nos afecta a todos y que no beneficia más que al enemigo israelí"
Además, el ataque ha sucedido menos de 24 horas después de que el Parlamento concediera su confianza al Gobierno libanés al aprobar su programa, tras cinco días de debates y acusaciones cruzadas.
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