El informe menciona la cantidad de heridos: mil 800 personas, en su mayoría jóvenes, que en vez de terminar sus trayectos en el punto de llegada planeado, fueron a dar con sus huesos, partidos, en camas de hospitales.
Aunque terrorífica si se analiza a partir de la cantidad de habitantes, poco más de nueve millones, la estadística no pasa de ser una anécdota para el común de los conductores quisqueyanos, emuladores de las peripecias cinematográficas, aunque sin trucos de cámara y por ello mortíferas.
Entre las causas más frecuentes de las catástrofes están el consumo de alcohol, las violaciones de las regulaciones y la reticencia de los motociclistas locales a usar casco protector, dice el comunicado de la AMET, difundido en ocasión del Día Mundial de las Víctimas del Tránsito.
El capítulo violaciones de la legislación del tránsito emboza una característica que enfrenta cualquiera que se ponga al volante de un vehículo aquí: la desobediencia a la lógica más elemental para la coexistencia pacífica en las calles y carreteras.
Resulta común que los conductores, y conductoras, entablen largas conversaciones telefónicas desde sus vehículos, además de que los chóferes del transporte privado de pasajeros con sus desvencijados taxis colectivos se comportan como señores de horca y cuchillo de las rutas dominicanas.
La comunicación incluye una exhortación del director de la AMET a los conductores a respetar la Ley 241 y una recomendación a "prestar atención a las orientaciones y campañas" que desarrolla la entidad "para evitar muertes en las carreteras".
El Día Internacional de las Víctimas del Tránsito se observa el tercer domingo de noviembre por una iniciativa de la ONU que data de 2005, después de celebrarse por primera vez en el Reino Unido.