Rusia dio un paso más en su voluntad manifiesta de discutir la hegemonía norteamericana, al anunciar el lunes el despliegue de aviones de lucha anti-submarina en Venezuela, cuyo gobierno es uno de los más hostiles a Estados Unidos en América Latina.
"Esto va a ser interpretado como un grado de tensión suplementario, lo que es preocupante", indicó el experto Thomas Gomart, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI), al referirse al envío de esos aviones y la visita a Venezuela del crucero a propulsión nuclear "Pedro el Grande" y el "Almirante Shabanenko", barco de lucha anti-submarina.
El anuncio, justo en medio de la crisis del Cáucaso, "parece representar un doble movimiento de Moscú: un cuestionamiento cada vez más abierto de la hegemonía norteamericana y un apoyo a los movimientos de nacionalización de las políticas de energía, que tienen al presidente venezolano Hugo Chávez como uno de sus estandartes", continuó ese experto.
En febrero de 2007, en Múnich, el por entonces presidente ruso y ahora primer ministro Vladimir Putin había denunciado con dureza el "mundo unipolar" dirigido por Washington, en un discurso interpretado como el del regreso de Rusia al primer plano internacional.
Esta vez, Rusia, irritada por la instalación prevista del escudo antimisiles norteamericano en Europa central y la posible adhesión de Ucrania y Georgia a la OTAN, parece decidida a redoblar la apuesta.
Según Matthew Clements, analista del grupo especializado en información militar Jane's, con sede en Londres, no es un regreso de la guerra fría sino una forma rusa de decir a los Occidentales "si ustedes quieren meterse en nuestra esfera de influencia, nosotros podemos hacer lo mismo en la suya".
Cuando Polonia, en plena crisis georgiana, anunció en agosto la conclusión del acuerdo sobre el despliegue en su territorio de misiles anti-misiles norteamericano, al que se opone Rusia, la respuesta de Moscú fue mencionar la posiblidad de volver a estacionar bombarderos rusos en Cuba.
Pero como La Habana no se mostró muy interesada en esa propuesta, Rusia parece haber optado por Venezuela.
Pese a su victoria militar en la región separatista georgiana de Osetia del Sur, "los rusos salen aislados" de esa crisis, ya que "sólo recibieron el apoyo de unos pocos países, como Venezuela y Siria", subrayó Gomart.
En ese marco, Moscú podría "transformar esas convergencias diplomáticas en una intensificación de la cooperación militar" con los mismos países, agregó, recordando que Siria ofreció a Rusia facilidades para utilizar su puerto de Tartus.
Hasta el momento Rusia sólo había vendido armas a Venezuela, por ejemplo caza-bombarderos, por lo que el anuncio de estacionar aviones de lucha anti-submarinos podría significar una nueva era en las relaciones entre esos dos países.
Esta base en América Latina, no muy alejada del puerto holandés de Curaçao, donde se encuentra un cuartel de la OTAN (Organización del Tratádo del Atlático Norte), permitirá a Rusia lanzar el "Gran Juego" ruso-norteamericano ya visible en Asia Central y el Cáucaso.
En ese sentido, el coronel Christopher Langton, del Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS) de Londres, dijo estar "convencido" que este proyecto "había sido discutido" por Rusia y Venezuela "antes de la crisis en Georgia".