LOS ANGELES -- Ellos han pasado sus carreras completas escuchando acerca de los Filis de Carlton y Schmidt, los Filis de Kruk y Dykstra, e incluso los Filis de Ashburn y Roberts.
Pero ahora es su turno.
Ahora son los Filis de Jimmy Rollins. Y los Filis de Chase Utley. Y los Filis de Cole Hamels.
Ahora son los Filis de Ryan Howard. Y los Filis de Shane Victorino. E incluso los Filis de Matt Stairs.
Ellos juegan para una franquicia que ha sido testigo de más años tristes que años felices. Pero ahora ellos han escrito su propia historia -- una historia que ellos están determinados a escribir, una historia que los lleve a una Serie Mundial propia.
"Ahora," dijo Rollins, en una de las mejores noches en su carrera en el béisbol, "tendremos oportunidad de dejar nuestra huella propia."
Ellos enviaron a Manny Ramírez y a ese equipo de L.A. de vuelta a casa el miércoles en la noche, terminando una guerra relámpago en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, que terminó en cinco juegos, una victoria en el Juego 5 en la que lideraron en todo el juego, excepto en siete pitcheos.
Fue Rollins quien lo comenzó de manera adecuada, moviendo su varita mágica que es su bate para conectar un cuadrangular abriendo el partido -- la segunda vez que comienza un partido decisivo con un cuadrangular en esta postemporada.
Y también de manera adecuada, fue el impecable cerrador de los Filis, Brad Lidge, quien lo terminó, sacándole un elevado inofensivo a Nomar Garciaparra. un elevado que subió y parecía perderse en la noche californiana.
Y es que a medida que la pelota flotaba por el aire, un receptor panameño de suave hablar se colocó debajo de ella, preguntándose a si mismo por un periodo de tiempo que pareció una eternidad: ¿Es que esa pelota va a bajar ALGUNA vez?
"Sabía que no era una jugada difícil, pero tomó demasiado tiempo," dijo Carlos Ruiz luego que la historia finalmente llegara a su guante. "Estaba diciéndome a mi mismo, 'Vamos bebé, baja, acaba y baja.' "
Pero afortunadamente para él y el equipo para el que juega, la gravedad estaba de su lado. Eventualmente, la pelota regresó a la tierra. Y los Filis ahora se encaminan hacia un lugar en el que han pasado la mayor parte de sus vidas viendo a todo el mundo ir, menos ellos.
"No se si entiendo realmente lo que está sucediendo," dijo Jamie Moyer, el único miembro de este equipo que presenció el desfile cuando los Filis obtuvieron su único campeonato de Serie Mundial en su historia en 1980. "No sé si nos hemos dado cuenta. Se que vamos a la Serie Mundial, pero no hemos caído en cuenta todavía."
Con sus ojos llorosos, Moyer relató la historia de como siendo un chico de escuela superior en octubre de 1980, faltó a la escuela para ver a los campeones desfilar por Broad Street.
"Recuerdo a la gente colgándose de las lámparas de la calle y los árboles, y todo lleno de papel de baño," dijo Moyer. "Y todo el mundo era tu amigo. El medio millón de personas que había ahí eran todos amigos."
Y entonces, de alguna manera, en el 2006, el mundo giró y lo trajo de vuelta a casa, a un equipo que estaba todavía tratando de encontrar la manera de ganar esta clase de partidos. Y par de semanas más tarde, se encontró en el medio de una reunión del equipo, diciéndole a sus nuevos amigos acerca de aquel desfile -- y poniéndolos a soñar acerca de un desfile para ellos algún día.
"Y ahora estamos a una serie de estar en nuestro propio desfile," dijo Moyer. "Es increíble."
Pero para muchos de estos hombres, noches como esta siempre habían sucedido para esos otros equipos. Durante la mayor parte de sus carreras, todo lo que escuchaban de si mismos era que no podían ganar, que no sabían ganar.
Elos eran el equipo que siempre perseguía a los demás -- los Bravos, los Astros, los Mets, los Marlins -- a la meta final pero nunca rompían la cinta. Alguien más era quien celebraba. Ellos eran los que trataban de explicar que pasaba.
"Siempre teníamos buenos jugadores, pero no había algo que los aglutinara," dijo Rollins. "Siempre faltaba una pieza."
Pero las piezas comenzaron a juntarse, en el invierno 2006-07, fue Jimmy Rollins quien dió un paso al frente para cambiarlo todo. Lo hizo con una simple cita:
"SOMOS el equipo a vencer."
Los ecos que retumbaron ese día todavía resuenan muchos meses después. Y a medida que comenzaba la celebración el miércoles en la noche, Jimmy Rollins pensaba en el momento en que dijo esas proféticas palabras. Si no las hubiese dicho, él honestamente cree que este viaje a la Serie Mundial jamás habría llegado.
"La gente pensó que estaba loco. Pongámoslo de esa manera," dijo Rollins. "Incluso varios de mis compañeros. Esa esa la manera en que es. La gente cree, pero nadie quiere decirlo. Nadie quiere hacer una declaración y ponerse en el récord. Así que yo sabía, cuando contesté la pregunta, que eso iba a tener un gran eco en este camerino. Y eso era lo que quería. Realmente quería llamar la atención de estos tipos.
"Esta era una organizaciín que no estaba acostumbrada a ganar. Así que decir cosas como esa era algo definitivamente fuera de lo común. … Pero nadie nunca había dicho nada para llamar la atención de los muchachos. Y pensé que necesitabamos cambiar eso un poco."
La gente pensó en ese momento que el decir esas palabras era como lanzarles un rayo a los Mets. Pero realmente lo que quería lograr era lanzar un rayo a otro camerino -- al nuestro. El levantar la expectativa. El cambiar las mentes. El transformar el pensamiento cuando llegara el momento de los Grandes Partidos.
"Eso era lo que teníamos que hacer -- cambiar la manera en que jugábamos el juego, cambiar la manera en que pensábamos sobre él," dijo Rollins. "Siempre eramos un equipo con talento. Siempre eramos un equipo de jugadores poco exitosos. Siempre eramos un equipo que corría bien las bases. Pero yo quería que fueramos un equipo que GANARA bien."
Todos sabemos como terminó el año pasado para el Equipo A Vencer. Sabemos acerca del final milagroso para sobrepasar a los Mets. Sabemos acerca de la dolorosa barrida en la primera ronda a manos de los Rockies. Pero lo que no sabemos es como esa barrida los llevó a este lugar. Cómo les dio un sentido diferente de misión que muchos otros equipos de los Filis en muchos, muchos años.
Es un sentido de misión que le recuerda al relevista Chad Durbin a los Tigres que llegaron a la Serie Mundial en el 2006, equipo en el cual estuvo -- excepto que aquí, según él, "hay más misión. En Detroit, esos tipos llevaban poco tiempo juntos. Aquí, el nucleo de este equipo lleva muchos años juntos."
Rollins y Pat Burrell llegaron en el 2000. Brett Myers llegó en el 2002. Utley se apareció en el 2003. Howard y Victorino se unieron en el 2005, seguidos por el as del futuro Cole Hamels en 2006.
Cada año, parecía que añadían otra pieza, que se movían más cerca. Y eso los trajo a este año. A un año en el que iniciaron calientes, tomando ventaja de 7½ jjuegos sobre los Mets a mediados de junio, desperdiciaron esa ventaja en poco menos de un mes, y luego, cuando todos ya les estaban diciendo adiós, resurgieron de las cenizas en septiembre para llegar a los playoffs por segundo año seguido.
Tuvieron marca de 13-3 en la recta final, dejaron atrás a los Mets, barrieron a los Cerveceros en la Serie Divisional, y se mantuvieron encendidos -- hasta que se colocaron a una victoria de la Serie Mundial en una espléndida tarde de octubre en Chávez Ravine.
Rollins y los Filis consiguieron su primer boleto a la Serie Mundial desde 1993Y ahí fue cuando el campocorto se paró en el plato en la primera entrada e hizo exactamente lo mismo que había hecho semana y media atrás en Milwaukee. Había estado pensando en este turno desde el martes en la noche, según dijo, acerca de como podía comenzar la fiesta.
"Siempre lo hago," dijo Rollins. "La noche antes, siempre me siento en la cama y pienso. Me paró frente al espejo y practico mi swing. Muchas cosas le pasan a uno por la mente. Uno sabe que la gente le va a tirar. Uno conoce la manera en que le lanzan a uno. Y uno trata de encontrar la manera de comenzar bien el juego."
A medida que llevó el conteo a 2-2 ante el abridor de los Dodgers Chad Billingsley, Rollins se paró fuera de la caja de bateo y dejó que su mente corriera un poco más. Si él lleva el conteo a 3-2, pensó, "Se que me lanzará una recta."
Pensó "en lo que pasó en Milwaukee" y se alejó del plato un par de pulgadas. Suficientemente seguro, Billingsley lanzó esa recta con conteo completo. A medida que la bola viajaba por el medio del plato, los ojos de Rollins se abrieron, su bate explotó y la pelota desapareció por la verga del jardín derecho. Estaba el pizarrón 1-0, con apenas ocho lanzamientos en el partido. Y el Tren de la Serie Mundial comenzó su marcha.
Pronto esa ventaja aumentó a 2-0. Y 3-0. Y entonces llegó el campocorto de los Dodgers Rafael Furcal conjurando su "mágia" a lo Enzo Hernández, convirtiendose en apenas el segundo jugador en la historia de la postemporada en cometer tres errores en una sola entrada. (Otro Dodger, Willie Davis, fue el otro, en 1966.)
De momento, ya el pizarrón estaba Filis 5, Dodgers 0, en la quinta entrada. Y con Hamels en la lomita, lanzando ceros, estos tipos sabían lo que estaba sucediendo. Estaban a punto de ganar el juego de béisbol más importante de sus vidas.
Ryan Madson -- el preparador que ha permitido apenas dos carreras en sus últimas 21 apariciones en la lomita -- llegó para lanzar la octava entrada. Y los tipos en el dugout comenzaron a contar los outs.
"Nos quedaban seis outs, y yo tenía la más absoluta confianza en nuestro bullpen," dijo Moyer. "Pero nos quedaban esos seis outs, los seis outs más grandes de toda la temporada."
Sin embargo, no hubo mayores problemas. Madson paseó la oposición hasta la octava entrada. Y entonces Lidge apareció por la puerta del bullpen en la parte baja de la novena entrada.
James Loney conectó un débil sencillo para abrir la entrada. Pero Casey Blake fue el primer out. Matt Kemp fue el segundo out. Y entonces llegó Garciaparra, buscando un último slider. Y ahí llegó el último elevado, que un muy nervioso receptor esperaba por su regreso a la tierra.
Como un ñino en Panamá, Ruiz había visto esas escenas en la televisión. Miraba a otros receptores capturas esos outs finales en los juegos definitorios de sus vidas. Observaba a esos otros receptores congelarse en los momentos de octubre, preservados a través de la magia de la fotografía digital.
Y entonces, como dijo el miércoles en la noche, aún sin poder creerlo, "me sucedió a mí."
Guardó esa pelota en el bolsillo de atrás de su pantalón, corrió un poco hacia Lidge y saltó a sus brazos. Y entonces se disolvió en un mar de hombres grandes abrazándose por un periodo de tiempo que pareció una semana.
Estos hombres juegan béisbol en una ciudad en la que, por 25 dolorosos años, la unica excusa para hacer un desfile ha sido un grupo de tipos que tocan el banjo envueltos en plumas celebrando la llegada del año nuevo (posiblemente porque tuvieron que golpear al año viejo, donde una vez más, ninguno de sus equipos había ganado nada).
Y ahora, a medida que se disipa la sequía, las imágenes de los equipos de los Filis que HAN ganado algo, o que al menos llegaron cerca, crecen y brillan más que nunca, más que en el momento en que lograron sus hazañas.
"Hemos escuchado mucho acerca del equipo de 1993, y del equipo de 1980, una y otra vez," dijo Rollins.
"Cada vez que hay una demora por lluvia," bromeó Durbin, "lo ponen en seis canales."
Pero ahora, todo es diferente. Ahora ELLOS SON uno de esos equipos. Ahora ellos saldrán en las presentaciones que se harán en las demoras por lluvia en un jueves del 2016. Y a medida que la champaña burbujeaba y las sonrisas brillaban a granel en la noche de L.A., no había nada más duro de comprender para estos tipos que esto.
"¿Saben qué? Todavía no he caído en cuenta," dijo Rollins. "Tenemos mucho trabajo por hacer. Todavía tenemos que encontrar la manera de ganar cuatro juegos más. Esa es nuestra meta. Nuestra meta es ganar la Serie Mundial. La meta no es sólo ganar la Liga Nacional. La meta no es sólo llegar a la Serie Mundial. Cualificamos. Eso fue todo lo que hicimos. Así que nos quedan cosas por hacer.
"Pero cuando todo esté dicho y hecho, y mi carrera se acabe, y que hayamos ganado la Serie Mundial, entonces esa leyenda de los Filis del 2008 será una gran historia. Pero hasta que eso no pase, todavía nos quedan cuatro juegos por ganar."
Y esos serán probablemente los cuatro juegos más difíciles para ganar. Pero a medida que celebraban en el medio de un estadio a 3,000 millas de casa, los Filis del 2008 todavía se aferraban a su meta, de la manera en que lo han hecho hasta ahora y que los ha hecho llegar hasta donde han llegado. "We've gone this far," Moyer said. "So why stop here?"
Pero ahora es su turno.
Ahora son los Filis de Jimmy Rollins. Y los Filis de Chase Utley. Y los Filis de Cole Hamels.
Ahora son los Filis de Ryan Howard. Y los Filis de Shane Victorino. E incluso los Filis de Matt Stairs.
Ellos juegan para una franquicia que ha sido testigo de más años tristes que años felices. Pero ahora ellos han escrito su propia historia -- una historia que ellos están determinados a escribir, una historia que los lleve a una Serie Mundial propia.
"Ahora," dijo Rollins, en una de las mejores noches en su carrera en el béisbol, "tendremos oportunidad de dejar nuestra huella propia."
Ellos enviaron a Manny Ramírez y a ese equipo de L.A. de vuelta a casa el miércoles en la noche, terminando una guerra relámpago en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, que terminó en cinco juegos, una victoria en el Juego 5 en la que lideraron en todo el juego, excepto en siete pitcheos.
Fue Rollins quien lo comenzó de manera adecuada, moviendo su varita mágica que es su bate para conectar un cuadrangular abriendo el partido -- la segunda vez que comienza un partido decisivo con un cuadrangular en esta postemporada.
Y también de manera adecuada, fue el impecable cerrador de los Filis, Brad Lidge, quien lo terminó, sacándole un elevado inofensivo a Nomar Garciaparra. un elevado que subió y parecía perderse en la noche californiana.
Y es que a medida que la pelota flotaba por el aire, un receptor panameño de suave hablar se colocó debajo de ella, preguntándose a si mismo por un periodo de tiempo que pareció una eternidad: ¿Es que esa pelota va a bajar ALGUNA vez?
"Sabía que no era una jugada difícil, pero tomó demasiado tiempo," dijo Carlos Ruiz luego que la historia finalmente llegara a su guante. "Estaba diciéndome a mi mismo, 'Vamos bebé, baja, acaba y baja.' "
Pero afortunadamente para él y el equipo para el que juega, la gravedad estaba de su lado. Eventualmente, la pelota regresó a la tierra. Y los Filis ahora se encaminan hacia un lugar en el que han pasado la mayor parte de sus vidas viendo a todo el mundo ir, menos ellos.
"No se si entiendo realmente lo que está sucediendo," dijo Jamie Moyer, el único miembro de este equipo que presenció el desfile cuando los Filis obtuvieron su único campeonato de Serie Mundial en su historia en 1980. "No sé si nos hemos dado cuenta. Se que vamos a la Serie Mundial, pero no hemos caído en cuenta todavía."
Con sus ojos llorosos, Moyer relató la historia de como siendo un chico de escuela superior en octubre de 1980, faltó a la escuela para ver a los campeones desfilar por Broad Street.
"Recuerdo a la gente colgándose de las lámparas de la calle y los árboles, y todo lleno de papel de baño," dijo Moyer. "Y todo el mundo era tu amigo. El medio millón de personas que había ahí eran todos amigos."
Y entonces, de alguna manera, en el 2006, el mundo giró y lo trajo de vuelta a casa, a un equipo que estaba todavía tratando de encontrar la manera de ganar esta clase de partidos. Y par de semanas más tarde, se encontró en el medio de una reunión del equipo, diciéndole a sus nuevos amigos acerca de aquel desfile -- y poniéndolos a soñar acerca de un desfile para ellos algún día.
"Y ahora estamos a una serie de estar en nuestro propio desfile," dijo Moyer. "Es increíble."
Pero para muchos de estos hombres, noches como esta siempre habían sucedido para esos otros equipos. Durante la mayor parte de sus carreras, todo lo que escuchaban de si mismos era que no podían ganar, que no sabían ganar.
Elos eran el equipo que siempre perseguía a los demás -- los Bravos, los Astros, los Mets, los Marlins -- a la meta final pero nunca rompían la cinta. Alguien más era quien celebraba. Ellos eran los que trataban de explicar que pasaba.
"Siempre teníamos buenos jugadores, pero no había algo que los aglutinara," dijo Rollins. "Siempre faltaba una pieza."
Pero las piezas comenzaron a juntarse, en el invierno 2006-07, fue Jimmy Rollins quien dió un paso al frente para cambiarlo todo. Lo hizo con una simple cita:
"SOMOS el equipo a vencer."
Los ecos que retumbaron ese día todavía resuenan muchos meses después. Y a medida que comenzaba la celebración el miércoles en la noche, Jimmy Rollins pensaba en el momento en que dijo esas proféticas palabras. Si no las hubiese dicho, él honestamente cree que este viaje a la Serie Mundial jamás habría llegado.
"La gente pensó que estaba loco. Pongámoslo de esa manera," dijo Rollins. "Incluso varios de mis compañeros. Esa esa la manera en que es. La gente cree, pero nadie quiere decirlo. Nadie quiere hacer una declaración y ponerse en el récord. Así que yo sabía, cuando contesté la pregunta, que eso iba a tener un gran eco en este camerino. Y eso era lo que quería. Realmente quería llamar la atención de estos tipos.
"Esta era una organizaciín que no estaba acostumbrada a ganar. Así que decir cosas como esa era algo definitivamente fuera de lo común. … Pero nadie nunca había dicho nada para llamar la atención de los muchachos. Y pensé que necesitabamos cambiar eso un poco."
La gente pensó en ese momento que el decir esas palabras era como lanzarles un rayo a los Mets. Pero realmente lo que quería lograr era lanzar un rayo a otro camerino -- al nuestro. El levantar la expectativa. El cambiar las mentes. El transformar el pensamiento cuando llegara el momento de los Grandes Partidos.
"Eso era lo que teníamos que hacer -- cambiar la manera en que jugábamos el juego, cambiar la manera en que pensábamos sobre él," dijo Rollins. "Siempre eramos un equipo con talento. Siempre eramos un equipo de jugadores poco exitosos. Siempre eramos un equipo que corría bien las bases. Pero yo quería que fueramos un equipo que GANARA bien."
Todos sabemos como terminó el año pasado para el Equipo A Vencer. Sabemos acerca del final milagroso para sobrepasar a los Mets. Sabemos acerca de la dolorosa barrida en la primera ronda a manos de los Rockies. Pero lo que no sabemos es como esa barrida los llevó a este lugar. Cómo les dio un sentido diferente de misión que muchos otros equipos de los Filis en muchos, muchos años.
Es un sentido de misión que le recuerda al relevista Chad Durbin a los Tigres que llegaron a la Serie Mundial en el 2006, equipo en el cual estuvo -- excepto que aquí, según él, "hay más misión. En Detroit, esos tipos llevaban poco tiempo juntos. Aquí, el nucleo de este equipo lleva muchos años juntos."
Rollins y Pat Burrell llegaron en el 2000. Brett Myers llegó en el 2002. Utley se apareció en el 2003. Howard y Victorino se unieron en el 2005, seguidos por el as del futuro Cole Hamels en 2006.
Cada año, parecía que añadían otra pieza, que se movían más cerca. Y eso los trajo a este año. A un año en el que iniciaron calientes, tomando ventaja de 7½ jjuegos sobre los Mets a mediados de junio, desperdiciaron esa ventaja en poco menos de un mes, y luego, cuando todos ya les estaban diciendo adiós, resurgieron de las cenizas en septiembre para llegar a los playoffs por segundo año seguido.
Tuvieron marca de 13-3 en la recta final, dejaron atrás a los Mets, barrieron a los Cerveceros en la Serie Divisional, y se mantuvieron encendidos -- hasta que se colocaron a una victoria de la Serie Mundial en una espléndida tarde de octubre en Chávez Ravine.
Rollins y los Filis consiguieron su primer boleto a la Serie Mundial desde 1993Y ahí fue cuando el campocorto se paró en el plato en la primera entrada e hizo exactamente lo mismo que había hecho semana y media atrás en Milwaukee. Había estado pensando en este turno desde el martes en la noche, según dijo, acerca de como podía comenzar la fiesta.
"Siempre lo hago," dijo Rollins. "La noche antes, siempre me siento en la cama y pienso. Me paró frente al espejo y practico mi swing. Muchas cosas le pasan a uno por la mente. Uno sabe que la gente le va a tirar. Uno conoce la manera en que le lanzan a uno. Y uno trata de encontrar la manera de comenzar bien el juego."
A medida que llevó el conteo a 2-2 ante el abridor de los Dodgers Chad Billingsley, Rollins se paró fuera de la caja de bateo y dejó que su mente corriera un poco más. Si él lleva el conteo a 3-2, pensó, "Se que me lanzará una recta."
Pensó "en lo que pasó en Milwaukee" y se alejó del plato un par de pulgadas. Suficientemente seguro, Billingsley lanzó esa recta con conteo completo. A medida que la bola viajaba por el medio del plato, los ojos de Rollins se abrieron, su bate explotó y la pelota desapareció por la verga del jardín derecho. Estaba el pizarrón 1-0, con apenas ocho lanzamientos en el partido. Y el Tren de la Serie Mundial comenzó su marcha.
Pronto esa ventaja aumentó a 2-0. Y 3-0. Y entonces llegó el campocorto de los Dodgers Rafael Furcal conjurando su "mágia" a lo Enzo Hernández, convirtiendose en apenas el segundo jugador en la historia de la postemporada en cometer tres errores en una sola entrada. (Otro Dodger, Willie Davis, fue el otro, en 1966.)
De momento, ya el pizarrón estaba Filis 5, Dodgers 0, en la quinta entrada. Y con Hamels en la lomita, lanzando ceros, estos tipos sabían lo que estaba sucediendo. Estaban a punto de ganar el juego de béisbol más importante de sus vidas.
Ryan Madson -- el preparador que ha permitido apenas dos carreras en sus últimas 21 apariciones en la lomita -- llegó para lanzar la octava entrada. Y los tipos en el dugout comenzaron a contar los outs.
"Nos quedaban seis outs, y yo tenía la más absoluta confianza en nuestro bullpen," dijo Moyer. "Pero nos quedaban esos seis outs, los seis outs más grandes de toda la temporada."
Sin embargo, no hubo mayores problemas. Madson paseó la oposición hasta la octava entrada. Y entonces Lidge apareció por la puerta del bullpen en la parte baja de la novena entrada.
James Loney conectó un débil sencillo para abrir la entrada. Pero Casey Blake fue el primer out. Matt Kemp fue el segundo out. Y entonces llegó Garciaparra, buscando un último slider. Y ahí llegó el último elevado, que un muy nervioso receptor esperaba por su regreso a la tierra.
Como un ñino en Panamá, Ruiz había visto esas escenas en la televisión. Miraba a otros receptores capturas esos outs finales en los juegos definitorios de sus vidas. Observaba a esos otros receptores congelarse en los momentos de octubre, preservados a través de la magia de la fotografía digital.
Y entonces, como dijo el miércoles en la noche, aún sin poder creerlo, "me sucedió a mí."
Guardó esa pelota en el bolsillo de atrás de su pantalón, corrió un poco hacia Lidge y saltó a sus brazos. Y entonces se disolvió en un mar de hombres grandes abrazándose por un periodo de tiempo que pareció una semana.
Estos hombres juegan béisbol en una ciudad en la que, por 25 dolorosos años, la unica excusa para hacer un desfile ha sido un grupo de tipos que tocan el banjo envueltos en plumas celebrando la llegada del año nuevo (posiblemente porque tuvieron que golpear al año viejo, donde una vez más, ninguno de sus equipos había ganado nada).
Y ahora, a medida que se disipa la sequía, las imágenes de los equipos de los Filis que HAN ganado algo, o que al menos llegaron cerca, crecen y brillan más que nunca, más que en el momento en que lograron sus hazañas.
"Hemos escuchado mucho acerca del equipo de 1993, y del equipo de 1980, una y otra vez," dijo Rollins.
"Cada vez que hay una demora por lluvia," bromeó Durbin, "lo ponen en seis canales."
Pero ahora, todo es diferente. Ahora ELLOS SON uno de esos equipos. Ahora ellos saldrán en las presentaciones que se harán en las demoras por lluvia en un jueves del 2016. Y a medida que la champaña burbujeaba y las sonrisas brillaban a granel en la noche de L.A., no había nada más duro de comprender para estos tipos que esto.
"¿Saben qué? Todavía no he caído en cuenta," dijo Rollins. "Tenemos mucho trabajo por hacer. Todavía tenemos que encontrar la manera de ganar cuatro juegos más. Esa es nuestra meta. Nuestra meta es ganar la Serie Mundial. La meta no es sólo ganar la Liga Nacional. La meta no es sólo llegar a la Serie Mundial. Cualificamos. Eso fue todo lo que hicimos. Así que nos quedan cosas por hacer.
"Pero cuando todo esté dicho y hecho, y mi carrera se acabe, y que hayamos ganado la Serie Mundial, entonces esa leyenda de los Filis del 2008 será una gran historia. Pero hasta que eso no pase, todavía nos quedan cuatro juegos por ganar."
Y esos serán probablemente los cuatro juegos más difíciles para ganar. Pero a medida que celebraban en el medio de un estadio a 3,000 millas de casa, los Filis del 2008 todavía se aferraban a su meta, de la manera en que lo han hecho hasta ahora y que los ha hecho llegar hasta donde han llegado. "We've gone this far," Moyer said. "So why stop here?"