Bruselas, 16 oct (EFE).- Los líderes europeos han hecho hoy una exhibición poco frecuente de unidad, al respaldar un plan común contra la crisis crediticia e impulsar un debate mundial sobre la reforma del sistema financiero. Al término de dos días de reuniones en Bruselas, los Veintisiete han logrado igualmente mantener sus costosos objetivos de lucha contra el cambio climático, pese a las negras perspectivas económicas a las que se enfrenta el bloque.
La Unión Europea, según su presidente de turno, el francés Nicolas Sarkozy, está dando ejemplo al mundo y quiere aprovechar "el círculo virtuoso" de coordinación y acción en el que ha entrado desde el pasado domingo para asentar el mundo de las finanzas sobre nuevas bases.
"Refundar el capitalismo", afirma Sarkozy, una descripción que el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durão Barroso, ha dicho no compartir del todo por sus connotaciones ideológicas.
Los Veintisiete han respaldado sin reservas las medidas acordadas el fin de semana por los miembros de la Eurozona, que supondrán una movilización de recursos públicos de casi 2 billones de euros -más del triple que en Estados Unidos- con el fin de evitar quiebras de entidades financieras y restablecer los flujos interbancarios.
"No estamos jugando al 'Monopoly'", ha respondido Sarkozy a quien le preguntaba cuánto de ese dinero público irá a parar a la maltrecha "economía real".
"Desconfío de la expresión 'economía real'", ha argumentado el presidente francés.
Según él, cuando el Estado salva a un gigante bancario de la quiebra, está salvando los ahorros de millones de personas y los créditos y la supervivencia de infinidad de empresas medianas y pequeñas.
Pero ahora lo primero, ha advertido Sarkozy, es salir de la crisis financiera, "porque aún no está ganado".
No obstante, en su opinión, el mal comportamiento de las bolsas en las últimas horas no es atribuible a que hayan fracasado las medidas acordadas por el Eurogrupo y asumidas por toda la Unión, sino que se explica porque los inversores están anticipando una inminente recesión.
Más allá del sector financiero, los Veintisiete se han comprometido a "tomar las medidas necesarias en apoyo del crecimiento y el empleo".
Las conclusiones de la cumbre, donde se ha suprimido finalmente una referencia a la "ralentización" de la economía, invitan en especial a la Comisión de Bruselas a presentar antes de que acabe el año propuestas para "preservar la competitividad de la industria europea".
Sarkozy está pensando, por ejemplo, en algo que Estados Unidos ya ha anunciado: la facilitación de préstamos a las empresas automovilísticas, que atraviesan enormes dificultades financieras, con la excusa de ayudarlas en su reconversión ecológica.
El riesgo de esta cumbre de Bruselas era que los Veintisiete rompieran su compromiso de reducir sensiblemente (hasta un 30% en 2020) las emisiones a la atmósfera de gases causantes del calentamiento.
Los ambiciosos objetivos, que han llevado a la UE a liderar la cruzada mundial contra el cambio climático, se mantendrán, aunque los más reacios -los nuevos socios de Europa central y oriental, donde la herencia industrial del comunismo sigue pesando enormemente- continúan esgrimiendo la amenaza del veto.
Las conclusiones de la cumbre piden que se intensifiquen las negociaciones técnicas "con el fin de que el Consejo Europeo pueda decidir en diciembre de 2008 las soluciones adecuadas".
Según fuentes comunitarias, la mención del "Consejo Europeo" en este párrafo ha sido clave para convencer a la delegación polaca de que apoyara el plazo de diciembre porque el acuerdo final entre los líderes -y no entre sus ministros- requerirá la unanimidad.
La emergencia financiera de las últimas semanas ha revolucionado los procedimientos dentro de la UE y ha realzado el protagonismo de Europa a escala mundial, algo de lo que son conscientes sus líderes.
Un entusiasmado Sarkozy ha abogado abiertamente por mantener el impulso, extendiendo a toda la política económica la coordinación reforzada que han decidido instaurar los europeos en el ámbito financiero.
La crisis también ha puesto de relieve la necesidad que tiene Europa de instituciones estables y de un presidente estable que no cambie cada seis meses, lo que ha llevado a Sarkozy y a Barroso a reclamar la entrada en vigor del Tratado de Lisboa. EFE
jms/acm
Autor: José Manuel Sanz
La Unión Europea, según su presidente de turno, el francés Nicolas Sarkozy, está dando ejemplo al mundo y quiere aprovechar "el círculo virtuoso" de coordinación y acción en el que ha entrado desde el pasado domingo para asentar el mundo de las finanzas sobre nuevas bases.
"Refundar el capitalismo", afirma Sarkozy, una descripción que el presidente de la Comisión Europea, Jose Manuel Durão Barroso, ha dicho no compartir del todo por sus connotaciones ideológicas.
Los Veintisiete han respaldado sin reservas las medidas acordadas el fin de semana por los miembros de la Eurozona, que supondrán una movilización de recursos públicos de casi 2 billones de euros -más del triple que en Estados Unidos- con el fin de evitar quiebras de entidades financieras y restablecer los flujos interbancarios.
"No estamos jugando al 'Monopoly'", ha respondido Sarkozy a quien le preguntaba cuánto de ese dinero público irá a parar a la maltrecha "economía real".
"Desconfío de la expresión 'economía real'", ha argumentado el presidente francés.
Según él, cuando el Estado salva a un gigante bancario de la quiebra, está salvando los ahorros de millones de personas y los créditos y la supervivencia de infinidad de empresas medianas y pequeñas.
Pero ahora lo primero, ha advertido Sarkozy, es salir de la crisis financiera, "porque aún no está ganado".
No obstante, en su opinión, el mal comportamiento de las bolsas en las últimas horas no es atribuible a que hayan fracasado las medidas acordadas por el Eurogrupo y asumidas por toda la Unión, sino que se explica porque los inversores están anticipando una inminente recesión.
Más allá del sector financiero, los Veintisiete se han comprometido a "tomar las medidas necesarias en apoyo del crecimiento y el empleo".
Las conclusiones de la cumbre, donde se ha suprimido finalmente una referencia a la "ralentización" de la economía, invitan en especial a la Comisión de Bruselas a presentar antes de que acabe el año propuestas para "preservar la competitividad de la industria europea".
Sarkozy está pensando, por ejemplo, en algo que Estados Unidos ya ha anunciado: la facilitación de préstamos a las empresas automovilísticas, que atraviesan enormes dificultades financieras, con la excusa de ayudarlas en su reconversión ecológica.
El riesgo de esta cumbre de Bruselas era que los Veintisiete rompieran su compromiso de reducir sensiblemente (hasta un 30% en 2020) las emisiones a la atmósfera de gases causantes del calentamiento.
Los ambiciosos objetivos, que han llevado a la UE a liderar la cruzada mundial contra el cambio climático, se mantendrán, aunque los más reacios -los nuevos socios de Europa central y oriental, donde la herencia industrial del comunismo sigue pesando enormemente- continúan esgrimiendo la amenaza del veto.
Las conclusiones de la cumbre piden que se intensifiquen las negociaciones técnicas "con el fin de que el Consejo Europeo pueda decidir en diciembre de 2008 las soluciones adecuadas".
Según fuentes comunitarias, la mención del "Consejo Europeo" en este párrafo ha sido clave para convencer a la delegación polaca de que apoyara el plazo de diciembre porque el acuerdo final entre los líderes -y no entre sus ministros- requerirá la unanimidad.
La emergencia financiera de las últimas semanas ha revolucionado los procedimientos dentro de la UE y ha realzado el protagonismo de Europa a escala mundial, algo de lo que son conscientes sus líderes.
Un entusiasmado Sarkozy ha abogado abiertamente por mantener el impulso, extendiendo a toda la política económica la coordinación reforzada que han decidido instaurar los europeos en el ámbito financiero.
La crisis también ha puesto de relieve la necesidad que tiene Europa de instituciones estables y de un presidente estable que no cambie cada seis meses, lo que ha llevado a Sarkozy y a Barroso a reclamar la entrada en vigor del Tratado de Lisboa. EFE
jms/acm
Autor: José Manuel Sanz