La detención, el sábado, de la española Remedios García Albert es el arranque de una ofensiva diplomática y policial del Gobierno colombiano contra las redes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en Europa. En el punto de mira están una docena de miembros del grupo armado en siete países europeos. Se trata de integrantes de la llamada Comisión Internacional (Cominter), que desarrollan tareas de propaganda y de apoyo logístico y financiero.
Al frente de esta comisión estaba Raúl Reyes, número dos de las FARC, muerto el pasado marzo en un bombardeo contra su campamento en Ecuador. Los ordenadores incautados al jefe guerrillero abrieron a las autoridades colombianas los secretos mejor guardados de las FARC, entre ellos unas redes internacionales que sorprendieron a los expertos de inteligencia.
Si las complicidades de la guerrilla en Venezuela, Ecuador o Nicaragua tenían difícil solución, Europa, en cambio, era un terreno más fértil para la cooperación, después de que la UE incluyera a las FARC en la lista de organizaciones terroristas, en junio de 2002.
"A pesar de ello, nos encontrábamos con mucha renuencia a actuar", explica desde Bogotá Sergio Jaramillo, viceministro de Defensa. "Los ordenadores de Reyes han ayudado mucho, porque han dejado claro el mapa".
Tampoco Colombia estaba en las mejores condiciones para pedir ayuda. El secuestro de la franco-colombiana Ingrid Betancourt tenía maniatado al presidente, Álvaro Uribe. Cualquier ofensiva en suelo europeo se hubiera topado con la resistencia de Francia, que presionaba para que no se hiciera nada que pudiera poner en riesgo la vida de la rehén. El espectacular rescate de la ex candidata presidencial y de otros 14 secuestrados, el pasado 2 de julio, dejó a Uribe las manos libres para exigir la cooperación europea.
Suecia, Dinamarca, Alemania, España, Italia, Bélgica y, sobre todo, Suiza han recibido la solicitud de colaboración de las autoridades colombianas. España ha dado el primer paso. "La detención de Remedios García Albert es muy importante", comenta una fuente de los servicios secretos colombianos. "Por lo pronto, se les cierran espacios en España. Además, su captura envía el mensaje de que colaborar con las FARC tiene un costo. Y sobre todo, es la primera vez que la información de los portátiles de Reyes fundamenta una acción judicial". Esos miles de correos electrónicos, cuya autenticidad certificó la Interpol, constituyen pruebas.
Las FARC lanzaron su proyecto internacional en los años ochenta, aprovechando la oleada de simpatía que habían despertado la guerrilla salvadoreña o la revolución sandinista. Mientras que el aprovisionamiento de armas se centró en Vietnam, Nicaragua, Oriente Próximo y algunos países ex soviéticos, y las redes financieras se expandían en paraísos fiscales como Panamá y las Islas Caimán, Europa siempre fue la retaguardia política.
Su momento culminante lo tuvieron entre 1999 y 2002, cuando el Gobierno colombiano les otorgó un territorio desmilitarizado durante las conversaciones de paz. Hasta allá llegaron numerosos jóvenes europeos con inquietudes sociales, y los dirigentes de la guerrilla recorrieron Europa, con una proyección política sin precedentes.
El fiasco de la negociación y la inclusión de las FARC en la lista de grupos terroristas dio un vuelco a la situación. Los vínculos con el narcotráfico y los secuestros, el reclutamiento de menores, las matanzas de población civil y los crímenes de lesa humanidad acabaron por romper la imagen del grupo armado.
El Gobierno colombiano, que ha asestado a las FARC golpes sin precedentes en este último año, quiere ahora cortarles el oxígeno que le siguen dando los apoyos internacionales.
Si las complicidades de la guerrilla en Venezuela, Ecuador o Nicaragua tenían difícil solución, Europa, en cambio, era un terreno más fértil para la cooperación, después de que la UE incluyera a las FARC en la lista de organizaciones terroristas, en junio de 2002.
"A pesar de ello, nos encontrábamos con mucha renuencia a actuar", explica desde Bogotá Sergio Jaramillo, viceministro de Defensa. "Los ordenadores de Reyes han ayudado mucho, porque han dejado claro el mapa".
Tampoco Colombia estaba en las mejores condiciones para pedir ayuda. El secuestro de la franco-colombiana Ingrid Betancourt tenía maniatado al presidente, Álvaro Uribe. Cualquier ofensiva en suelo europeo se hubiera topado con la resistencia de Francia, que presionaba para que no se hiciera nada que pudiera poner en riesgo la vida de la rehén. El espectacular rescate de la ex candidata presidencial y de otros 14 secuestrados, el pasado 2 de julio, dejó a Uribe las manos libres para exigir la cooperación europea.
Suecia, Dinamarca, Alemania, España, Italia, Bélgica y, sobre todo, Suiza han recibido la solicitud de colaboración de las autoridades colombianas. España ha dado el primer paso. "La detención de Remedios García Albert es muy importante", comenta una fuente de los servicios secretos colombianos. "Por lo pronto, se les cierran espacios en España. Además, su captura envía el mensaje de que colaborar con las FARC tiene un costo. Y sobre todo, es la primera vez que la información de los portátiles de Reyes fundamenta una acción judicial". Esos miles de correos electrónicos, cuya autenticidad certificó la Interpol, constituyen pruebas.
Las FARC lanzaron su proyecto internacional en los años ochenta, aprovechando la oleada de simpatía que habían despertado la guerrilla salvadoreña o la revolución sandinista. Mientras que el aprovisionamiento de armas se centró en Vietnam, Nicaragua, Oriente Próximo y algunos países ex soviéticos, y las redes financieras se expandían en paraísos fiscales como Panamá y las Islas Caimán, Europa siempre fue la retaguardia política.
Su momento culminante lo tuvieron entre 1999 y 2002, cuando el Gobierno colombiano les otorgó un territorio desmilitarizado durante las conversaciones de paz. Hasta allá llegaron numerosos jóvenes europeos con inquietudes sociales, y los dirigentes de la guerrilla recorrieron Europa, con una proyección política sin precedentes.
El fiasco de la negociación y la inclusión de las FARC en la lista de grupos terroristas dio un vuelco a la situación. Los vínculos con el narcotráfico y los secuestros, el reclutamiento de menores, las matanzas de población civil y los crímenes de lesa humanidad acabaron por romper la imagen del grupo armado.
El Gobierno colombiano, que ha asestado a las FARC golpes sin precedentes en este último año, quiere ahora cortarles el oxígeno que le siguen dando los apoyos internacionales.