sábado, julio 19, 2008

Europa también teme a la recesión

La recesión era cosa de Estados Unidos. O, al menos, eso pensaban de forma unánime los expertos, los organismos internacionales y los gobiernos occidentales, a principios de año. Hasta hace pocas semanas, era moneda común entre los analistas destacar que Europa resistía mejor la tormenta que, a fin de cuentas, tenía en el mercado financiero estadounidense su frente más activo. La economía norteamericana sigue en situación más precaria que la europea, pero en los últimos días la ilusión de que el Viejo Continente tendrá una travesía tranquila por la crisis se ha desvanecido.Los motivos de la confianza en la fortaleza europea se resumían casi de forma exclusiva en uno: la locomotora había vuelto a pitar. Un avance inesperado en el primer trimestre llevó a la economía alemana a una tasa anual de crecimiento del 2,6%, la mejor en una década, lo que impulsó a la zona euro por encima del 2%. Un aumento respetable en tiempos de turbulencias financieras y precios del petróleo desbocados. El buen comportamiento del consumo francés (Alemania y Francia suman el 40% del PIB de la eurozona) también contribuyó.

Pero el tiempo ha demostrado que el empuje de la locomotora alemana debía mucho, precisamente, al tiempo: un invierno muy suave permitió a la industria seguir a pleno rendimiento y nutrir las exportaciones de manufacturas de los países emergentes (China, India, Rusia), aún poco afectados por la crisis global. La primavera ha devuelto las cosas a la normalidad. Y el resultado no es nada boyante.

"La economía alemana retrocedió casi con toda seguridad en el segundo trimestre", aseguró esta semana Volker Treier, el director del servicio de estudios de las Cámaras de Comercio alemanas. "Hay una seria desaceleración en marcha", corrobora Matthias Rubish. Para este analista de Commerzbank las causas están claras: "El precio del petróleo, los altos tipos de interés y una menor demanda mundial". En suma, la crisis internacional se ha extendido estos meses y debilita las exportaciones alemanas, castigadas también por la apreciación del euro.

A las señales de desfallecimiento de la economía alemana se han sumado estos días una catarata de datos negativos, con la única excepción de la ligera mejora de las previsiones del FMI: la producción industrial de la eurozona cayó un 0,6% en mayo, la confianza de los inversores alemanes y de los consumidores franceses marcaron mínimos históricos, y las oficinas de empleo británicas registraron en junio el mayor aumento mensual de peticiones de subsidio de paro. "El miedo a la recesión es tóxico y se está extendiendo", advirtió el ex primer ministro de Reino Unido, John Major.

Con este panorama, abundan los pronósticos que apuntan a que el valor del PIB de la zona euro en el segundo trimestre será inferior al del primero, un retroceso inédito desde que se estableció la moneda única. Los analistas de Barclays pronostican una caída del 0,1%; los de Citigroup la sitúan en el 0,2%; JPMorgan lo lleva más allá del 0,5%. Casi ninguno aventura todavía que lleguen a encadenarse dos trimestres consecutivos marcha atrás, definición estricta de recesión.

Los analistas apuestan a que el retroceso alemán será pasajero, pero tienen más dudas con los países que han basado buena parte de su expansión en el boom inmobiliario (España, Irlanda, Reino Unido) y con los que acumulan años de débil crecimiento (Italia o Portugal). A la espera de comprobar en qué quedará el plan de choque español (el efecto de su medida estrella, la deducción de 400 euros, se debería notar en el tercer trimestre), los límites sobre la deuda y el calendario electoral pesan en las escasas medidas adoptadas en Europa.