miércoles, julio 23, 2008

El artículo de John McCain que rechazó 'The New York Times'

John McCain se siente discriminado. El candidato republicano ha acusado a The New York Times de trato preferente hacia su contrincante, el demócrata Barack Obama, después de que el diario estadounidense rechazara, por segunda vez en seis meses, publicarle un artículo en el que responde a la estrategia de lucha antiterrorista de Obama. El diario pidió a McCain que modificara el artículo, ya que no aceptaría un texto que no incluya un plan para alcanzar la victoria en Irak y que ofrezca detalles de su estrategia hacia Afganistán. Finalmente, no lo publicó.



A continuación, el artículo de McCain, tal como lo presentó al diario estadounidense y que ha sido difundido en la página web Drudge Report:





En enero de 2007, cuando el general David Petraeus tomó el mando en Irak, calificó la situación de "difícil" pero no "desesperada". Hoy, 18 meses después, la violencia ha descendido en un 80% hasta alcanzar sus niveles más bajos en cuatro años, y los terroristas suníes y chiíes todavía no se han recuperado de una larga lista de derrotas. La situación en la actualidad es motivo de esperanza, pero sigue quedando un arduo trabajo por hacer para consolidar nuestras frágiles victorias.
El progreso se ha debido principalmente a un aumento del número de tropas y a un cambio en su estrategia. Yo fui de los primeros en defender el envío de tropas adicionales en un momento en el que la iniciativa contaba con pocos apoyos en Washington. El senador Barack Obama se oponía a ello con la misma firmeza. "No estoy convencido de que 20.000 soldados más en Irak vayan a solucionar la violencia sectaria en el país", afirmaba el 10 de enero de 2007. "De hecho, creo que tendrá el efecto contrario".
Ahora el senador Obama se ha visto obligado a reconocer que "nuestras tropas han hecho una tarea excelente a la hora de reducir el nivel de violencia". Pero sigue negando que se haya producido un avance político como consecuencia de ello.
A lo mejor no está enterado de que la embajada estadounidense en Bagdad ha certificado hace poco que, como se afirmaba en un artículo en la prensa, "Irak ha superado todos menos tres de los 18 parámetros iniciales que estableció el Congreso el año pasado para medir los avances en seguridad, política y economía". Aún más alentador ha sido el progreso que no se puede medir a través de ningún parámetro. Más de 90.000 iraquíes - muchos de ellos suníes que antes luchaban contra el Gobierno - se han alistado como Hijos de Irak para combatir a los terroristas. Y tampoco se puede medir la voluntad renovada del primer ministro, Nuri al Maliki, para tomar medidas enérgicas contra los extremistas chiíes en Basora y en Ciudad Al Sadr, acciones que han contribuido en gran medida a disipar las sospechas de sectarismo.
El éxito del envío de tropas adicionales no ha modificado la determinación del senador Obama de retirar a todas nuestras tropas de combate. Lo único que ha cambiado es su lógica. En un artículo de opinión en The New York Times y en un discurso suyo esta semana, presentaba su "plan para Irak" antes de realizar su primer viaje "de investigación" a dicho país en más de tres años. Se basaba en la misma propuesta de siempre de retirar a todas nuestras tropas en el plazo de 16 meses. En 2007 quería retirarlas porque pensaba que la guerra estaba perdida. Si hubiéramos seguido su consejo, la habríamos perdido. Ahora quiere retirar a las tropas porque opina que los iraquíes ya no necesitan nuestra ayuda.
Para reforzar su argumento, destroza las pruebas. Hace que parezca como si el primer ministro Al Maliki hubiera respaldado el calendario de Obama, cuando lo único que ha dicho es que le gustaría que hubiera un plan para una posible retirada de las tropas estadounidenses en algún momento no especificado del futuro.
El senador Obama también nos desorienta en lo que respecta al nivel de preparación del Ejército iraquí. El Ejército iraquí estará equipado y entrenado para mediados del año próximo, pero esto no significa, como insinúa el senador Obama, que por esas fechas esté preparado para proteger su país sin una ayuda considerable. Las Fuerzas Aéreas iraquíes, por de pronto, siguen estando rezagadas, y no hay ejército moderno que pueda operar sin cobertura aérea. Los iraquíes también están aprendiendo a enfrentarse a la planificación, la logística, el orden y el control, las comunicaciones y otras funciones complicadas que son necesarias para apoyar a las tropas de primera línea.
Nadie está a favor de una presencia permanente de Estados Unidos, como afirma acusadoramente el senador Obama. Ya se ha producido una retirada parcial con la salida de cinco brigadas de las tropas adicionales enviadas y podrá haber más retiradas a medida que mejore la situación de la seguridad. Conforme vayamos reduciendo nuestras tropas en Irak, podremos reforzar nuestra presencia en otros campos de batalla, como Afganistán, sin miedo a dejar un Estado fallido detrás.
He afirmado que espero poder dar la bienvenida a casa a la mayoría de nuestros soldados en Irak para finales de mi primer mandato en el cargo, en 2013. Pero también he dicho que cualquier reducción de tropas debe basarse en una valoración realista de las condiciones sobre el terreno, no en un calendario artificial ideado por razones de política nacional. Ahí reside el quid de mi desacuerdo con el senador Obama.
El senador Obama ha asegurado que consultará a nuestros comandantes sobre el terreno y a los líderes iraquíes, pero no lo ha hecho antes de presentar su "plan para Irak". A lo mejor es porque no quiere oír lo que tienen que decir. En el transcurso de ocho visitas a Irak he oído muchas veces de boca de nuestras tropas que el teniente general Jeffrey Hammond, comandante de las fuerzas de coalición en Bagdad, afirmaba hace poco que retirarse siguiendo un calendario sería "muy peligroso".
El peligro radica en que los extremistas apoyados por Al Qaeda e Irán podrían volver a escena, al igual que han hecho en el pasado cuando hemos tenido demasiados pocos efectivos en Irak. Por lo visto, el senador Obama no ha aprendido nada de la historia reciente. Me resulta irónico que esté emulando el peor error de la Administración de Bush al blandir prematuramente la pancarta de "Misión cumplida".
También me deja consternado que nunca hable de ganar la guerra, sino sólo de ponerle fin. Pero si no ganamos la guerra, la ganarán nuestros enemigos. Un triunfo de los terroristas sería una catástrofe para nosotros. Esto es algo que, como presidente, no permitiré que suceda. Por el contrario, seguiré aplicando una estrategia de contrainsurgencia de eficacia probada no sólo en Irak, sino también en Afganistán, con el objetivo de crear aliados democráticos estables, seguros y autosuficientes.